Muchas personas desconocen completamente el hecho de que el agua que sale a través de sus grifos y duchas contiene sustancias químicas que resultan potencialmente peligrosas para la salud a largo o mediano plazo, y que, además, van dejando rastro día a día en partes de nuestro cuerpo como la piel y el cabello.
Seguramente, en alguna ocasión habrás tenido esa sensación de resequedad en la piel que te produce picazón y termina por irritarte, o habrás notado quizás que tu cabello va perdiendo su color, está cada vez más seco y deteriorado, o incluso empiezas a ver cómo se cae poco a poco. Pues bien, todos estos problemas están estrechamente relacionados con el cloro y los metales pesados que contiene el agua. Por esto, sin importar cuántos productos estéticos para cuidar el aspecto del cabello y la piel usemos, en algún momento, las sustancias presentes en el agua que usamos para la higiene diaria pasarán su factura. Pero esto no es lo más grave…
Es bien sabido que el cloro es el desinfectante más utilizado en el mundo para potabilizar el agua, ya que elimina eficazmente y a bajo costo las distintas bacterias y microorganismos que pueden poner en riesgo la salud del ser humano. Sin embargo, a pesar del papel fundamental que cumple en el tratamiento del agua para su consumo, esta sustancia reacciona con la materia orgánica presente en el agua para generar peligrosos subproductos de la desinfección como los trihalometanos (cloroformo, bromoformo, bromodiclorometano, dibromoclorometano) y los ácidos haloacéticos (ácido monocloroacético, ácido dicloroacético, ácido dibromoacético), cuyos potenciales efectos cancerígenos e impactos negativos sobre las funciones reproductoras han sido señalados en distintos estudios.
Es un asunto particularmente alarmante si se tiene en cuenta que la mayoría de las personas cree que el consumo oral es la principal vía de absorción de estas sustancias, pero la realidad es totalmente distinta. Las mayores vías de absorción, por mucha diferencia, son la dérmica (a través de la piel, 8 veces mayor) y la inhalatoria (a través de la respiración, entre 6 y 100 veces mayor). En consecuencia, es durante la ducha cuando nos exponemos a estas sustancias en mayor medida, y más aún si se trata de agua caliente, ya que, además de abrir los poros para facilitar la absorción, genera vapores de cloro que llegan instantáneamente al torrente sanguíneo.
¿Cómo evitar el cloro durante la ducha?
Dada su efectividad, mínimo mantenimiento y rentabilidad, la solución ideal para evitar el cloro es usar nuestro filtro para ducha. Este sencillo sistema reduce drásticamente el impacto negativo de la exposición al cloro y demás sustancias perjudiciales para nuestra salud y belleza. De hecho, muchas personas aseguran notar un cambio en su piel y cabello desde la primera semana de uso. El filtro de ducha es un producto muy necesario para cualquier persona, en especial para niños o adultos con piel y cuero cabelludo sensibles, ya que protege contra problemas como la dermatitis, la resequedad, la alopecia, la caspa, entre muchas otras. Por medio de sus seis etapas de filtración elimina eficazmente el cloro y sus derivados, ácido sulfhídrico, metales pesados, cal, sarro, bacterias, microorganismos y otras sustancias nocivas.
Decídete a comprobar los incalculables beneficios que puede aportarte un simple filtro para ducha…
- Ayuda a mantener un cabello mucho más suave, brillante y sedoso.
- Evita la formación de frizz.
- Protege el cabello contra la caída y ayuda a conservar su color.
- Reduce la resequedad de la piel y el cuero cabelludo para prevenir la picazón.
- Brinda una mayor hidratación, brillo y elasticidad a la piel.
- Protege las uñas contra los químicos agresivos.
- Reduce el riesgo de asma y problemas respiratorios.
- Disminuye el riesgo de cáncer de vejiga.
- Previene la aparición de arrugas.
- Ayuda a reducir la fatiga y aumenta los niveles de energía.
- Ayuda a mejorar el pH del agua.