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Iones Negativos: «Las Vitaminas del Aire»

¿Qué es la ionización?

Para entenderlo, tenemos primero que hacer el siguiente recorderis: el aire es un conjunto de gases que forman lo que conocemos como atmósfera. Entre sus principales componentes tenemos el nitrógeno, el oxígeno y el dióxido de carbono. Los gases tienen masa, y al tener masa ocupan volumen, y como todo aquello que tiene masa y ocupa un espacio determinado se conoce como materia, entonces podríamos decir que el aire también lo es.

Ahora bien, toda la materia está formada por átomos, por lo que decimos que estos son su unidad constitutiva. El átomo se parece a un mini sistema solar en donde hay un núcleo (constituido por protones y neutrones) y alrededor de ese núcleo orbitan los electrones.

Los protones contienen carga eléctrica positiva; los neutrones, como su nombre lo indica, son neutros y no poseen carga; mientras que los electrones tienen carga eléctrica negativa.

Un átomo en estado normal es eléctricamente neutro. Es decir, tiene el mismo número de protones y de electrones (la misma carga eléctrica positiva y negativa). Pero en ocasiones, los átomos se pueden desbalancear al perder o ganar electrones: si ganan un electrón, se cargan negativamente, y si pierden un electrón, se cargan positivamente. Esta pérdida de equilibrio eléctrico produce los iones.

La ionización, entonces, es el proceso mediante el cual un átomo se convierte ya sea en un ion negativo (cuando el átomo neutro gana electrones) o en un ion positivo (cuando el átomo neutro pierde electrones), y los iones vendrían siendo esas partículas constituidas por un átomo que no es eléctricamente neutro.

Los seres vivos podemos sentir las condiciones y consecuencias del ambiente en el que estamos, bien sea un que esté cargado de iones positivos o, por el contrario, cargado de iones negativos.

¿Cómo?

Cuando estás paseando por el bosque, en la playa, o te encuentras visitando una catarata, ¿no sientes un delicioso aire fresco cuando respiras? Pues, eso pasa porque la naturaleza produce una gran cantidad de iones negativos. Esto ocurre cuando, por ejemplo:

-El agua está en movimiento (ríos, olas del mar, cascadas)

– Por la función clorofílica de las plantas

– Por fenómenos meteorológicos como los vientos, relámpagos, tormentas de agua.

– Por radiaciones de la tierra, etc.

Los iones negativos, también llamados “iones felices”, son altamente beneficiosos para nuestra salud, y con un solo día que pases en el campo, rodeado de naturaleza, podrás sentir tales beneficios.

Se ha comprobado científicamente que los iones negativos no solo generan esa sensación de relajación y bienestar, sino que también nos aportan un sinnúmero de beneficios, entre los cuales podemos enumerar algunos:

– Fortalecen el sistema inmune, ya que estimulan la producción de glóbulos blancos en la sangre.

– Purifican la sangre aumentando su alcalinidad.

– Promueven el sueño profundo.

– Rejuvenecen las células.

– Mejoran la digestión.

– Ejercen efectos analgésicos.

– Estimulan la actividad sexual e influyen positivamente en la fertilidad femenina y masculina.

– Evitan las alergias y mejoran los síntomas asmáticos.

– Regulan la tensión arterial.

– Previenen enfermedades coronarias.

– Mejoran la memoria y la concentración.

– Aumentan el rendimiento físico y mental.

– Aceleran la cicatrización, incluso de quemaduras. Entre muchos otros.

Por su parte, los iones positivos, también llamados “iones gruñones”, tienen un impacto negativo en los seres vivos. Un ejemplo de esto podría ser el momento previo a una tormenta eléctrica o bien la fase de luna llena en donde se da una elevación en la producción de iones positivos que hace que nos sintamos agobiados, ahogados, estresados e inquietos; y esto no solo ocurre en los humanos, sino que también lo podemos observarlo en el comportamiento de los animales.

Estos iones transfieren una carga eléctrica estática, que es la misma que sentimos cuando tocamos un objeto metálico o incluso cuando tocamos a una persona.

En pocas palabras, el exceso de iones positivos produce efectos negativos en todos los seres vivos, incluyendo las plantas.

Algunos de los efectos negativos más comunes en los humanos son:

– Depresión.

– Dolores de cabeza.

– Irritabilidad.

– Hiperactividad.

– Insomnio.

– Enfermedades respiratorias.

– Trastornos cardiacos y circulatorios.

– Retención de líquidos.

– Agotamiento físico.

– Afecciones en la piel como manchas y acné.

El desequilibrio iónico es un proceso natural en donde la misma naturaleza está constantemente en la búsqueda del equilibrio, intentando que haya el mismo número de electrones y protones con el fin de crear un ambiente estable.

Sin embargo, los seres humanos hemos ocasionado un grave problema…

La alarmante situación que vive el planeta tierra actualmente, y que ha sido provocada por los seres humanos en su afán de crear ese “mundo moderno” con un alto impacto tecnológico pero que a su vez da origen a la destrucción de nuestro entorno ambiental está generando una gran cantidad de problemas de salud tanto física como mental en cada ser viviente. Todo esto debido a que hemos propiciado la multiplicación de iones positivos en el aire a tal punto que resulta imposible para la naturaleza lidiar con ello por sí sola.

Esta situación la hemos generado a partir de acciones como:

– La contaminación eléctrica producida por aparatos como computadoras, celulares, televisores, radio etc.

– El smog generado por el monóxido de carbono que expulsan los vehículos; el óxido y azufre que expulsan las fábricas de ciertas industrias.

– El uso de materiales de construcción como el cemento.

– La producción de algunos alimentos que generan emisión de gases.

– El humo del cigarrillo.

– El uso de aire acondicionado.

– El uso de ropa hecha con tejidos de fibra sintética. Entre muchos otros.

¿Cómo podemos contrarrestar los efectos negativos de los iones?

La tecnología nos ofrece hoy en día el uso de ionizadores y purificadores de aire. Estos aparatos tienen la capacidad de generar iones negativos para restaurar el equilibrio natural del aire que respiramos en sitios cerrados como por ejemplo oficinas, casas, gimnasios, hospitales, etc., en los que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo y en donde el aire no se renueva de forma natural.

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